Capítulo diez

Entonces, ¿por qué existe el mal en el mundo? ¿O la maldad?

Gran parte de esto se debe a que lo permitimos, lo elegimos, nos rendimos ante él, lo abrazamos, nos negamos a hacer nada en su contra. Como se ha dicho, "Todo lo que se necesita para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada". Seguimos optando por no hacer nada. A esto se suma un enemigo invisible que se aprovecha de las debilidades, las lujurias y los deseos que están presentes en la humanidad. Aprovechar las oportunidades que brindan las personas, ya sea voluntariamente o sin conocimiento.

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Es un testimonio de que esta naturaleza caída es real.

Hacemos las preguntas equivocadas cuando nos preguntamos "¿Por qué Dios permite esto o aquello?" o "¿Cómo es que Dios no hace algo?" Si Dios era tan amoroso, ¿por qué bla, bla, bla?". Nuestro hábito es señalar con el dedo de la responsabilidad a otra parte para librarnos de la culpa. La pregunta que deberíamos hacernos es: "¿Por qué NOSOTROS permitimos o hacemos el mal o el mal? " No podemos afirmar que Dios no es real y, sin embargo, culparlo por todo lo que hay bajo el sol.

¿Por qué un ladrón busca robar? ¿O la gente saquea? ¿Por qué un empleador se aprovecha de los empleados? ¿Por qué un cónyuge engaña? ¿Por qué un líder de una nación mataría de hambre a su pueblo, o peor aún, los masacraría? ¿O terroristas, como los que tenemos actualmente, que tomarán un taladro manual como una forma de tortura y perforarán los cuerpos y las cabezas de sus captores, sin piedad, sin simpatía, sin sentimiento mientras ignoran las súplicas y los gritos de estos cautivos? ¿Por qué alguien en Nigeria buscaría estafar injustamente a otras personas con los ahorros o la jubilación de su vida? ¿Por qué alguien viola? ¿O los que malversan? ¿Se puede culpar a Dios por estas cosas? No claro que no. ¿Dios hizo que estas cosas sucedieran? No. Entonces, ¿por qué lo hacen?

¿Por qué? Porque nos negamos a creer que el mal es real, a llamarlo como es. Nos abstenemos de juzgar mal. No condenaremos la maldad. Nos erizamos ante la idea de corregir las acciones de otros o de ser responsables nosotros mismos porque rechazamos la idea de que existe una verdad objetiva desde la cual hacerlo. Hemos adoptado la visión del mundo de "lo que es cierto para mí puede no serlo para ti" que ofrecen los expertos progresistas de hoy. Y rechazamos la noción de pecado como algo más que un término y concepto religioso cristiano para deshacernos de la convicción.  

¿Por qué? Porque somos orgullosos, egoístas, arrogantes, egoístas, obstinados, jactanciosos, altivos, lujuriosos, pecadores y rebeldes. ¿Por qué? Porque sucumbimos a pensamientos, emociones y pasiones egoístas sin control e ignoramos nuestra conciencia y esa voz. Ay, escuchamos esa voz de vez en cuando que dice "para, no", "renuncia", "sabes que eso no está bien", "retíralo", "no les hagas caso", "tú necesito ayuda”, “mejor me voy”, “¿por qué haces esto?” Es la brújula moral de Dios. En las comedias representamos a un diablito en un hombro y a un ángel en el otro. En realidad, es Dios quien trata con nuestra conciencia. y nuestro hombre interior propenso al pecado. Hay quienes piensan que esta brújula moral es algo malo. El bien se llama mal y el mal se llama bien. Para librarnos de la responsabilidad moral intentamos varias cosas. Sacar a este Dios de la plaza pública, nuestras escuelas y nuestros hogares. Ignorar esta voz. Reescribir nuestras leyes. Predicar la tolerancia para las cosas que no deben ser toleradas. Crear un dios hecho por uno mismo. Abrazar las excusas que justifican, convenciéndose de que no puede ser malo, malo o incorrecto. cuando parece tan sabroso, delicioso y maravilloso Lo que sea necesario para detener la voz que escuchamos, la culpa que sentimos o las convicciones que tenemos.

Pero por mucho que lo intente, no importa lo que intentemos, no cambiará la realidad que reside dentro. Quemen todas las Biblias, cierren todas las iglesias, eliminen todos los vestigios de espiritualidad y límites morales y todavía enfrentaremos la verdad de lo que habla la Escritura. Que siendo Dios ha escrito Sus leyes en el corazón de todos los hombres (Romanos 2:15). Es por eso que no importa a dónde uno vaya en el mundo, hay leyes morales. Estos valores fundamentales son los mismos. Está mal matar, está mal codiciar la mujer de tu prójimo, está mal robar. Estas cosas son universales. Incluso los más analfabetos saben intuitivamente que existe el bien del mal.

Las leyes están destinadas a ayudarnos a alejarnos de la miseria, el sufrimiento, la tristeza, el daño, la iniquidad y el mal, y al tratar con este conocimiento, todos compartimos. Esto no es para descartar la verdad de que hay quienes realmente tienen trastornos mentales provocados por deficiencias físicas o químicas del cerebro, lo que deforma su capacidad para lidiar con la realidad y afecta su capacidad para razonar y tomar decisiones sensatas. Tampoco, la realidad de la actividad demoníaca.  

Entienda, dondequiera que eliminemos a Dios, lo reemplazaremos con algo más. Muchas veces pensamos que es algo mejor, más de nuestro agrado, más útil y fructífero. Pero la historia del hombre está repleta de fracasos y consecuencias de esta creencia ignorante. Nuestro pasado está lleno de varios intentos sociales para formar una sociedad perfecta o una utopía en nuestros términos. Hemos probado varios gobiernos y sistemas políticos. Hemos buscado desarrollar el entorno adecuado. Hemos experimentado con todo tipo de espiritismo. Hemos pasado por el socialismo, el comunismo, el relativismo, el humanismo, el misticismo, el hedonismo, el darwinismo, el nazismo, el paganismo, el liberalismo, el fascismo, el marxismo, el pacifismo, el espiritismo, el animismo, el ocultismo, el taoísmo y cualquier otro "ismo" que puedas imaginar. Hemos hecho yoga, meditación, terapia del sueño, canto, canalización, vaciado y llenado, enfoque y visualización, imaginación y pensamiento positivo. A lo largo de los siglos lo hemos probado todo. Como dijo Salomón: "No hay nada nuevo bajo el sol".

Ninguno de ellos ha resuelto nuestros problemas. Ninguno de ellos tiene el poder de cambiar la naturaleza interna y el corazón del hombre porque ahí es donde se encuentra la respuesta. Es la condición del corazón como dice Proverbios 4:23 "Sobre toda diligencia guarda tu corazón, porque de él mana la vida".  Al mismo que puede sanar lo rechazamos. Esa es la verdadera ceguera.

Una revisión de nuestro pasado, dividido en dispensaciones, mostrará lo que Dios estaba haciendo en cada fase de nuestra historia rebelde. Notaremos algunos marcadores históricos en el escenario mundial y echaremos un vistazo a las sociedades que surgieron a lo largo del camino.